Enrique de Vicente se ha jubilado de Año Cero, y entendemos que ahora le toca descansar un poco y llevar una vida laboralmente más relajada, que no por ello menos activa e intensa a nivel intelectual. Lo mismo ahora, alejado de la presión de los cierres de cada número, del cumplimiento de objetivos que cualquier empresa requiere a sus empleados, y del cíclico e interminable ir y venir de propuestas y artículos que leer, valorar, aceptar o desechar, el bueno de Enrique encuentra tiempo y un entorno más favorable para escribir libros y artículos. Gracias a Iker Jiménez y a su Cuarto Milenio las nuevas generaciones aficionadas al misterio –que en su mayor parte casi no leen en papel y se alimentan básicamente de videos y podcasts- han descubierto a De Vicente. Eso no sé si es bueno o malo, la verdad, pero forma parte de una trayectoria humana y profesional de muchas décadas, años en los que Enrique con menos medios de los que ha contado en Año Cero, ya había fundado revistas dedicada a estos temas, sorprendido con sus renacentistas y precisos conocimientos a los oyentes de muchos programas de radio, e hipnotizado con su inagotable oratoria (inagotable es poca, pero no encuentro otra definición) a quienes tenía la valiosa oportunidad de escucharle en todo tipo de congresos, jornadas y eventos. No seré yo quien haga una loa de sus virtudes, de su imprescindible papel en la divulgación de éstas temáticas en España…no soy la persona más indicada para ello, ni la más cercana ni la más informada. He tenido el privilegio de conocerle personalmente, de pasar en ciertos momentos del pasado unos buenos ratos juntos…en radio le he tenido menos de lo que me habría gustado, pero es que Enrique siempre anda muy liado, en mil batallas. Con los años ya ni intento tenerle en Crónicas de San Borondón. Los últimos intensos no fructificaron y encima Enrique se deshace en largas y casi interminables explicaciones, excusándose de sus problemas para participar por lo ajustado que va con el tiempo y dedicando a esa meritoria acción el triple de tiempo que le llevaría haber atendido la entrevista¡¡ Y eso por no hablar de los artículos para Año Cero, del persuasivo entusiasmo que siempre le ponía a la hora de pedirte temas, que hiciera propuestas de artículos para la revista y que terminaban sus días en un limbo o tierra de nadie…así hasta que el ciclo se iniciaba de nuevo y vuelta a empezar…Así es Enrique, un Enrique que un día, sin venir a cuento y de forma espontánea, salió en mi defensa ante un compatriota tontaina que a la primera de cambio intentó rajar de mi, de manera injustificada al menos en ese caso. Conocer a Enrique es estimulante…hablar de parapsicología con él de forma seria es de lo más aleccionador y revelador que puedes hacer…en nadie en España he encontrado un discurso más documentado sobre dicha materia que en De Vicente. En otros temas, afortunadamente, no estamos tan cerca y me resulta muchísimo más especulativo, injustificadamente arriesgado desde mi limitado punto de vista, pero rebelde y agitador, un catalizador del pensamiento, de las conciencias…
Conocía Enrique personalmente en el Puerto de la Cruz en 1990, junto con 1989 uno de los mejores años del misterio en España, en un congreso que organizó Paco Padrón en el Hotel Semiramis. Me acerqué a él con mi grabadora, con la timidez y el respeto de quien está ante uno de sus principales referentes intelectuales dentro de éstas temáticas. Le pedí conversar un rato y aceptó….”ven conmigo”…a toda velocidad bajamos las escaleras y fuimos a parar al comedor del hotel…Enrique empezó a picotear mientras respondía a mis preguntas…aquello era surrealista y yo no sabía cómo comportarme…me daba pudor interrumpirle, hablarle mientras comía…decidí marcharme y en ese momento dio un respingo y me dijo “te voy a presentar a Javier Sierra, que seguro te dará unos buenos consejos”…a mi espalda se acercaba Javier, quien tras un amable intercambio de impresiones compartió conmigo uno de los grandes consejos que le dio a él otro de los grandes, Antonio Ribera, “aprende inglés” ¡Más empeño tendría que haber puesto, querido amigo¡
Con los años la relación se estrechó e incluso tuve ocasiones de contar con Enrique de Vicente en eventos que organicé en Tenerife, en algunos de los cuales coincidió también con Sierra. En fin Enrique, sí lees estas líneas o te las chivan, que sepas que entre las muchas casas con la que puedas contar en toda España, en Tenerife tienes la mía. Ojalá te desprendas de tensiones, de superfluas obligaciones, de engorrosas cadenas de favores, de manera que puedas disfrutar de forma más intensa de todo aquello que sea capaz de entusiasmarte intelectualmente, hacerte vibrar de emoción y reconfortarte espiritualmente.
Tu amigo. José Gregorio.
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